martes, 22 de julio de 2008
Un discurso para la historia: José Rafael Lantigua ingresa a la Academia de la Lengua
Las palabras del escritor, periodista y secretario de Cultura quedará grabada en la historia dominicana, sin precedente se calcula su discurso central.
De la Redacción Central
SANTO DOMINGO. Bruno Rosario Candelier le impone la medalla al licenciado José Rafael Lantigua. El licenciado José Rafael Lantigua, reconocido escritor e intelectual ingresó formalmente como miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua, en acto solemne efectuado en la institución, que fue encabezado por el presidente de la República, docto Leonel Fernández y su esposa doña Margarita Cedeño de Fernández.
Lantigua, Secretario de Estado de Cultura en el cuatrienio que concluye fue escogido en noviembre del 2006 y ocupa desde ya el asiento A, que correspondió a Monseñor Adolfo Alejandro Nouel, fundado y primer presidente de la academia, y a su exaltación acudieron funcionarios del gobierno, representantes del cuerpo diplomático, periodistas, intelectuales y una delegación de su natal Moca.
La ceremonia se inició con el pedido de Manuel Núñez, vocal de la academia solicitó a su presidente, el doctor Bruno Rosario Candelier autorización para la entrada del recipiendario a la mesa de honor. Lantigua fue conducido a la mesa de honor por Don Federico Henríquez Gratereaux, vicepresidente de la Academia de la Lengua.
De inmediato, el nuevo miembro fue invitado a dar su discurso que trató sobre La Conducta Literaria: El Discurso Fundacional, en que destacó los aportes del prelado en materia eclesiástica y cultural, y planteó aspectos de la literatura dominicana a partir de cinco figuras a decir: Domingo Moreno Jiménez, Franklin Mieses Burgos, Manuel Rueda, Manuel del Cabral y don Pedro Mir.
Tras el discurso, habló Monseñor Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez, en su discurso de recepción del nuevo miembro lo felicitó por su discurso exquisito, culto y amplio que satisfizo plenamente los miembros de la academia por su análisis del discurso fundacional.
López Rodríguez anunció que como parte del rigor de la ceremonia debía leer su currículum en el área literaria y las letras en sentido general, destacándose las obras escritas, las instituciones literarias a las que ha pertenecido y su labor cultural de décadas.
En seguida, el licenciado José Rafael Lantigua recibió la medalla de y el certificado que le acreditan como nuevo miembro de la Academia Dominicana de la Lengua, la más alta categoría que otorga la entidad a persona alguna.
Entre los funcionarios del gobierno que acudieron al acto figuraron Alexander Santana, subsecretario administrativo de la Secretaria de Cultura, Avelino Stanley, subsecretario de participación Popular, la Secretaria de Educación, lienciada Alejandrina Germán, Luis de León, subsecretario de Educación, el embajador del Ecuador Carlos Manrique, el empresario José Luis Corripio del Grupo Corripio, también Monseñor Francisco José Arnaiz, los escritores Mateo Mórrison, Alexis Gómez Rosa, Jovine Bermúdez, los periodistas Lipe Collado y Héctor Tineo; así como Fernando Casado y el maestro musical Rafael Solano.
Palabras de Lantigua
“Este es un honor de tan elevado valor que no puedo menos que sentirme particularmente emocionado porque el destino me trae a esta casa a suplantar la titularidad académica de uno de los hombres má preclaros de nuestra accidentada historia, a quien siempre hemos admirado en el estudio de la trayectoria de las figuras ejemplares de nuestra vida republicana”, dijo el nuevo miembro de la academia.
Luego dijo “a este hombre de especiales virtudes, al patriota integérrimo, al prelado digno, al sacerdote devoto, y al académico de la lengua que fundara este espacio de defensa del idioma español, rinde tributo de permanente admiración el humilde escritor de provincia que hoy asciende con orgullo inocultable al sillón que dejara vacante hace siete décadas tan ilustre personalidad de nuestra historia”.
Al referirse a Moreno Jiménez, dijo que con este la poesía dominicana vive un momento fundador, mencionó sus principales obras, y expresó que este asume la poesía como ruptura y para romper con los moldes modernistas al uso y los piruetajes verbales, el poeta se traza una ruta liberadora que resulta indispensable para poder entender el curso posterior de la poesía dominicana. Analizó varios textos de su obra incluído el poema Rosa.
Desde otro ámbito, analizó la poética de Franklin Mieses Burgos, de quien dijo su obra poética está mejor cuidada, en su aspecto formal que la de Moreno Jiménez, porque su registro “se interna por los meandros de la metáfora como elemento central y como lenguaje conductor de su andadura poética.
Analizó textos de varios libros de Mieses Burgos incluido Propiedad del Recuerdo, y al mencionar Trópico Intimo, que abarca poemas de 1930 al 1943, dijo que aquí el poeta oferta la consistencia de su devenir y el ancho espacio de su vital serenidad interior.
En cuanto a Manuel Rueda, expresó que la dinámica poética que funda su ejercicio, se erige sobre una enmienda, que busca ensartar el poema sobre una mesa verbal que flote, sin sostenerse en balsas ajenas, dentro de un cuadrante expositivo integral.
Al analizar su obra, sostuvo que es en la obra La Criatura Terrestre de 1963, en que Rueda presenta las credenciales de su impronta poética con tan singular eficacia que Héctor Incháustegui Cabral la calificaría de “’épica interior.
El cuarto poeta de su evaluación fue Manuel del Cabral “probablemente el aeda cuya conducta literaria, prácticamente desde sus orígenes, mejor constituye una impronta distintiva que señaliza la marea distintiva de su discurso poético. Analizó varios versos de Compadre Mon, escrito en 1940, obra en la que según dijo este deja escritas todas las coordenadas de su poesía posterior, y añadió que se trata del gran anto de nuestra territorialidad, del paisaje, del temple humano, de la masculinidad vigorosa de un Mon que representa la intrahistoria de la nacionalidad.
De don Pedro Mir, dijo que este integró el poema a su empoderamiento social e hizo que este alcanzara la dimensión de la profecía y el aliento de esperanza en tiempos históricamente difíciles y absurdos. El año entrante se sumplirán 60 años de la publicación en la Habana Cuba de su poema hay un País en el Mundo, con el cual el poeta pasó a ser la representación de la dominicanidad mancillada y la esperanza del porvenir iluminado.
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