Por. Miguel Ángel Severino Rodríguez
Sección Opinión
A raíz del bajo perfil ético, moral y social que exhibe la sociedad dominicana, en su conjunto, se nos ocurre pedir a la Junta Central Electoral, en calidad de órgano rector y central del sistema político electoral dominicano, crear la Unidad de auditoría ética, moral y social para evaluar la conducta del liderazgo político y partidario.
Esta sugerencia se hace mas que pertinente en virtud de que la prensa nacional trae cada día noticias sobre inconductas exhibidas por funcionarios, políticos, legisladores, y munícipes que son señalados por el rumor público como protagonistas de actos reñidos con la moral en el ejercicio de sus respectivas funciones.
De ahí que sea un imperativo de la sociedad de inicio del siglo xxi iniciar, una vez por toda, todo un proceso de fortalecimiento institucional, en términos ético y moral, del sistema, del proceso y de los mecanismos y del modelo de gestión electoral para garantizar a la sociedad, dominicana, que tanto los partidos como el liderazgo político ciñan sus conductas a valores, premisas y principios legales, éticos y morales que prestigien nuestra democracia y a sus instituciones públicas en sentido general.
Al contribuyente le cuesta muy caro la democracia, el sistema político partidario, para recibir un producto de muy baja calidad: malo, barato, caro y carente de valor agregado en términos ciudadano, ético y moral,
La gran inversión que realiza el país en la función electoral es muy alta y costosa y no se compadece con la baja calidad moral, ética y social que exhibe el liderazgo político y partidario dominicano en sentido general, en virtud de que el organismo rector y central de la función electoral carece de una Unidad de auditoría (ética y moral) para monitorear la conducta ciudadana de los funcionarios y el liderazgo político partidario nacional.
La delincuencia callejera, la corrupción y el narcotráfico, ..entre otras inconductas reñidas con la moral y las buenas costumbres ciudadanas son hoy muy comunes en la hoja de servicio de un amplio sector de nuestros legisladores, munícipes y dirigentes políticos sin que hasta ahora la Junta Central Electoral haya mostrado el mas mínimo interés y empeño por incoar un proceso de adecentamiento de la conducta de todo los actores ciudadanos e institucionales del sistema y del proceso democrático dominicano.
La sociedad espera que los actores y gerentes del aparato y la función electoral dominicana hagan las enmiendas de lugar a fin de garantizarle al país de que ellos están en condiciones de tomar los medidas pertinentes que contribuyan a sanear la vida democrática y que las funciones y tareas de gobierno (a nivel legislativo, municipal y ejecutivo) solo están reservadas para sus mejores ciudadanos en sentido general.
La Junta Central Electoral debe reforzar, de manera institucional, su modelo de gestión y enriquecer y modernizar su arquitectura organizacional y funcional para monitorear, incorporar y darle rango institucional a la función de auditoría moral, ética y social orientada al liderazgo político y partidario de la nación, y haréis justicia y buen nombre.
Hacemos un llamado a todos los sectores sensatos de la nación a promover iniciativas administrativas, éticas y morales dirigidas a fortalecer nuestras instituciones públicas y democráticas, y de esa manera honrar la memoria de los padres de la Patria y construir, de esa manera, el honor de la sociedad y de las presentes generaciones que nos gobiernan.
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