lunes, 31 de mayo de 2010
Erupción siembra el pánico en la capital guatemalteca
Por la Redacción Central
GUATEMALA. El volcán Pacaya lanzó este viernes una nueva nube de ceniza sobre la capital de Guatemala en continuación con la erupción que desde la víspera cubrió con hasta siete centímetros de arena tres departamentos del país.
Las autoridades reportaron la muerte de un reportero que se encontraba el jueves en la tarde en las faldas del volcán reportando sobre la actividad eruptiva cuando una fuerte explosión lanzó lava y piedras incandescentes en esas zonas próximas al cráter. La erupción también lanzó la ceniza que afectó el centro del país.
Un total de 59 personas resultaron heridas o golpeadas por la erupción del jueves y casi 2.000 habían sido evacuadas de comunidades aledañas al volcán en donde 800 casas quedaron destruidas, según la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred).
El viernes a medio día una nueva erupción del Pacaya, situado a unos 30 kilómetros al sur de la capital, lanzó ceniza sobre la ciudad aunque en menor cantidad que en la víspera. En tanto que en las aldeas cercanas al volcán aun caen arena y rocas.
La erupción obligó al cierre del aeropuerto internacional La Aurora, cuyas operaciones permanecerán suspendidas al menos hasta el sábado al medio día mientras limpian la pista e instalaciones de la terminal, dijo la vocera de la Dirección General de Aeronáutica, Mónica Monge.
El fallecido es “el periodista de televisión Aníbal Archila...los desaparecidos son tres niños de entre siete y doce años”, dijo a la AP el vocero de la CONRED, David de León, quien indicó que también había un reporte de tres niños desaparecidos.
“Hay reportes de más fallecidos pero hasta ahora solo tenemos seguridad de la muerte del periodista”, dijo el viernes a la AP el bombero Carlos Pérez, quien rastreaba la zona junto a otros rescatistas y soldados en busca de más fallecidos o sobrevivientes.
El presidente Alvaro Colom encabezó una delegación de altos funcionarios gubernamentales que visitó Calderas, una comunidad a unos dos kilómetros del volcán, aun caía arena del cielo y era posible ver como los techos de lámina de zinc de las viviendas sucumbieron ante el peso de una capa de piedras del tamaño de canicas.
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