miércoles, 21 de septiembre de 2011

Visión Global: "Después no se quejen"


Por Nelson Encarnación
Sección de Oponión

Los sectores que ya sea desde lo claro o desde las sombras, han venido apostando al retorno de Hipólito Mejía a la Presidencia de la República, a lo mejor están sinceramente convencidos de que el candidato del Partido Revolucionario Dominicano ha cambiado.
Para empezar, nadie cambia a los setenta años. Y Mejía como candidato lo está demostrando con creces cada vez que se les suelta a sus estrategas.
Al doctor Joaquín Balaguer le preguntaron tras su regreso al poder en 1986, si había cambiado. La pregunta buscaba indagar si pensaba gobernar como lo había hecho en sus pasados doce años.
“No he cambiado; han cambiado las circunstancias”, declaró el ya investido Presidente de la República.
Al avanzar su mandato se comprobó que ciertamente las circunstancias habían cambiado, pues ya el doctor Balaguer no podía gobernar con las cárceles llenas de presos de conciencia, los cementerios repletos de muertos políticos, ni las calles de países del exterior llenas de exilados ideológicos.
En consecuencia, Balaguer no cambió, sino que su nueva administración discurrió en un momento histórico en que se habían acabado las guerrillas urbanas, los asaltos a bancos en nombre de la revolución ni las demás formas de acciones directas heredadas del enfrentamiento militar 1965 y del apogeo de la guerra fría.
Pero tampoco la presencia de los clanes militares con sus escuadrones de la muerte dirigidos a control remoto por los “incontrolables”, que no eran otros que los norteamericanos.
Todo eso ayudó a que el doctor Balaguer gobernara “con el mismo Balaguer” pero en circunstancias diferentes, las cuales fueron aprovechadas por el caudillo reformista para limpiar su nombre.
En el caso de Hipólito Mejía, quienes compren su promesa de que ha cambiado y de que actuaria desde el gobierno diferente a lo que se le conoce, deben saber que están arriesgando la suerte de la República Dominicana.
En él no se podrá producir el cambio de circunstancias que favoreció el nuevo talante del doctor Balaguer, sino todo lo contrario, es decir, que el hipotético mandato de Mejía se produciría en un contexto de crisis cuyo temperamento no le permitiría manejar adecuadamente.
La volatilidad y “déficit de atención” que caracteriza a Mejía no es el perfil del gobernante que requiere la República Dominicana en la coyuntura actual, sino alguien que en vez de acercar una mecha al tanque de gasolina ande con un extintor para apagarlo.
Elegir a Hipólito es como escoger entre lanzarse desde un avión sin paracaídas o esperar a que se estrelle.
nelsonencar@gmail.com

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