jueves, 27 de octubre de 2011

Raíces: un futuro incierto para una obra de Ramón Oviedo




Por Ruahidy Lombert
Redacción Central

Ilustración. Raíces. Ramón Oviedo, 1996. Facultad de Ingeniería y Arquitectura, Universidad Autónoma de Santo Domingo.

SANTO DOMINGO.- La conservación de los bienes culturales debe considerarse como una responsabilidad primordial para la memoria de las comunidades que los albergan y para el disfrute de futuras generaciones; siendo ineludible su existencia en una sociedad con raíces y legado cultural. Para potenciar este valor, toda intervención debe ser sometida al análisis crítico y regirse bajo principios metodológicos idóneos o irrefutables, en los que converjan diversos elementos que no pueden ser disgregados en el momento de su aplicación.
Intervenir un bien cultural significa establecer un programa de actuación que sea capaz de garantizar y respetar los valores intrínsecos de la obra, así como sus aspectos más importantes. Esto incluye tanto los valores originales como los adquiridos por la misma con el paso del tiempo. Los cuales pueden ser históricos, artísticos, estéticos, material, técnico, iconográficos, económico, entre otros. Esto significa, que todo programa de conservación debe ir precedido y avalado por un riguroso estudio de la obra, siempre enfatizando la autenticidad, la naturaleza de los materiales constitutivos, mensajes y valores que transmite, el contexto en que ha aparecido, una aproximación a su estado de conservación (factores de deterioros y patologías) y el pronóstico de su evolución futura. Por otro lado se consideran los tratamientos que tienen por objetivo abordar los efectos del deterioro, actuando con un enfoque restaurativo directamente sobre la obra, que tienen por objetivo la recuperación de los valores estéticos.
¿A qué viene todo esto? En 1996 el maestro de la plástica dominicana Ramón Oviedo llevó a cabo la realización de un mural denominado “Raíces”, en el cual esboza el encuentro entre la cultura indígena, europea y africana en la isla de Santo Domingo y el resto del Continente Americano. El mural, ubicado en la fachada frontal del edificio de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), desde hace años presenta un avanzado estado de deterioro. Entre las patologías que exhibe podríamos resaltar: debilitamiento de la capa pictórica y la base de preparación, desgaste del color, filtraciones, suciedad superficial y salinización. Las causas de estos deterioros, fundamentalmente, se debe a factores intrínsecos y extrínsecos, tales como: el envejecimiento natural de los componentes de la obra, así como a las condiciones ambientales, los rayos UV, contaminación, acumulación de sales, etc.
No sorprende el que, a menudo, se tiende a concentrar esfuerzo técnico y económico para la ejecución de proyectos como estos. Pero, lamentablemente, no existe ni la voluntad ni un programa, más que en escritura, que garantice una atención más cotidiana al patrimonio artístico nacional por parte de los organismos encargados de la conservación de nuestros bienes culturales. Por otro lado, cuando una institución, como la Oficina Supervisora de Obras del Estado, que no posee la facultad jurídica para intervenir directamente un bien cultural que pertenece al Estado; la institución que lo alberga, en este caso la Universidad Autónoma de Santo Domingo, si ha de tener un departamento encargado de velar por su patrimonio, o el organismo regulador de estas acciones, el Ministerio de Cultura, deben especificar, en un pliego de condiciones técnicas, las normas que han de regir la intervención –esto incluye: estudio previo, tanto desde el punto de vista histórico, artístico y técnico, como el estado de conservación. Con esta información podrá evaluarse de modo más fidedigno, cuales han de ser los procedimientos adecuados para su restauración, los criterios a seguir y el uso de los materiales idóneos.
Al finalizar el trabajo, el profesional de la conservación está obligado a entregar una memoria técnica de la intervención realizada, que contiene, un informe detallado de la misma, la metodología seguida en cada proceso, documentación fotográfica, así como la información de los métodos y materiales utilizados en sus distintas fases. Además, esto conlleva la supervisión de técnicos especializados, a fin de que se cumpla con las normativas establecidas.
Desafortunadamente, éste no es el procedimiento que en la actualidad se está aplicando a la pintura mural “Raíces” de Ramón Oviedo. En un encuentro sostenido con el maestro, le pregunté sobre cuáles serían los principios metodológicos que incidirían en la restauración del mural. Respondiendo que poseía total desconocimiento sobre los mismos.
Por otro lado, de acuerdo a nuestras indagaciones, varias fuentes nos aseguraron que la intención original era borrar el mural porque supuestamente no cumple, ni en lo iconográfico ni en lo temático, con los preceptos académicos de la Facultad, además de su actual estado de conservación. Como todo un ignorante, desconocía que un bien cultural, que pertenece a la sociedad, por el hecho de encontrarse plasmado en un determinado lugar, para ajustarse a ese entorno, debía tener escuadra, péndulo, matraz aforado, planos y otras tantas cosas que podrían limitar la creatividad y la vocación artística de su autor. La Facultad, aunque sea edificio receptor de la obra, no es la dueña absoluta de la misma, así como ella, esta pintura mural le pertenece a la universidad y aún más, como bien patrimonial, le pertenece a la sociedad dominicana.
En cuanto a la intervención de la obra, quienes la están llevando a cabo no son conservadores ni poseen el mínimo criterio de los procedimientos que rigen una apropiada restauración. Una parte del mural aparece repintado con un color que no corresponde al cromatismo original, ni se le ha dado el tratamiento técnico-artístico que el autor de la obra efectuó en su momento. Y aún más incongruente, es que ese repinte, forma parte de una prueba de color, poco más de un metro. Un conservador con criterio no se aventura a realizar una prueba de color sobre la obra ni mucho menos a grandes escalas. Como parte de esta operación, se está utilizando una pintura acrílica comercial (de pared). Es bien conocido por los profesionales de la conservación y todos aquellos que poseen un mínimo criterio acerca del tema, que se trata de un material inestable, sobre todo, posee una calidad inferior a los materiales originales que fueron utilizados en la ejecución de la obra. Para este tipo de obra y el entorno en que se encuentra se han desarrollado materiales óptimos para su conservación, además del método que preside la aplicación de ellos.
Por otro lado, el estrato pictórico original no se le ha aplicado un tratamiento de consolidación y parte del mismo se encuentra esparcido sobre el piso (me he quedado con una muestra de más de 3 (tres) pulgadas de diámetros), significando esto, que la pintura original que no quede cubierta por la nueva capa pictórica posee el riesgo de que sea desprendida. No se ha elaborado un tratamiento previo de limpieza, eliminación de suciedad superficial (el polvo del aire incrustado y depositado en la pintura) y mucho menos se ha realizado la debida remoción de sales. Tampoco se ha estucado los faltantes del muro.
Lo más grave de todo, es que estos “restauradores”, en un principio, comenzaron a trabajar sin poseer una documentación previa de la obra. De acuerdo a sus impresiones, luego de obtener una imagen de la misma, a nivel morfológico, artístico, estético, etc., el tratamiento técnico dado por el artista le parece muy complejo y difícil de lograr. En una situación como esta, al tratarse de una obra contemporánea y que su autor aún está presente, éste, junto al profesional de la conservación, puede ser la mejor guía para la restauración, proporcionando información importante sobre las técnicas y los materiales que componen la misma, así mismo, mostrar su lectura correcta. En esto consiste toda buena intervención.
De no tomarse las medidas pertinentes, ante todo esto, me atrevo a vaticinar la desaparición total de “Raíces”. Es lo que suele suceder cuando no existe un criterio idóneo de intervención, ni el conocimiento técnico-científico, ni un estudio previo, ni muchos menos una normativa que regule su intervención. Por el tipo de procedimiento con el que se está actuando, la estabilidad de la obra no será duradera, además, a nivel estilístico y artístico perderá muchos de sus atributos. En un futuro no muy lejano, cuando estos materiales comiencen a degradar y a interactuar con los materiales originales constitutivos, nos daremos cuenta, que las “buenas intenciones” no minimizarán los daños, todo lo contrario, lo agudizaran.
Otro de los problemas es que no se está aplicando un código deontológico, basado principalmente en normas y criterios dados por organismos preocupados por la salvaguarda del legado cultural, que regulen los límites que deben regir toda intervención. No hay un respeto hacia el aspecto original de la obra. Una buena restauración no consiste en “revivir” los colores – apoyándome en un término utilizado por quienes actualmente intervienen “Raíces”-, cubriendo toda la superficie pictórica, sino en trabajar puntualmente los daños, sin perturbar la obra original.
Todavía se está a tiempo de salvar la obra. Es por ello que hago un llamado a las autoridades de la universidad y al Ministerio de Cultura, órgano competente de velar por la preservación de nuestro patrimonio, para que intervengan ante la situación, así como a otros organismos y personas que promueven la preservación de nuestros valores artísticos.
Para concluir quiero recordar, que cuando la cuestión de la intervención se plantea como un criterio de primordial importancia siempre es posible garantizar los requerimientos que regirán la conservación del bien cultural. Se debe partir de la obra, comprender cuáles son sus exigencias, y encontrar después cuál es el procedimiento correcto, que sea compatible con estas exigencias y que garanticen la estabilidad de la misma.
Controlar y mantener las obras de arte de manera regular evidencia y garantiza una buena gestión del patrimonio histórico- artístico y cultural.

No hay comentarios: