
Por Nelson Encarnación
Sección de Opinión
Varios analistas de opinión y dirigentes políticos han abordado en los últimos días lo relativo al carisma, definido por el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, en sus dos acepciones, como: “Especial capacidad de algunas personas para atraer o fascinar”, y “Don gratuito que Dios concede a algunas personas en beneficio de la comunidad”.
El enfoque del tema ha surgido a propósito de la apreciación de determinados directivos del Partido Revolucionario Dominicano de que el licenciado Danilo Medina, candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana, carece de “carisma” y de “ángel”.
Esa concepción que tienen, básicamente, los perredeístas y algún que otro comunicador de esa corriente, es una de las razones para motivar su criterio de que el candidato del PRD vencería a Danilo, porque el ex presidente sí es un hombre carismático.
Partiendo de la primera acepción que anota la Real Academia, y combinada con la segunda, Danilo forma parte de los hombres dotados de la capacidad de atraerse a otros y de encantarlos con su personalidad.
Y es que ninguna persona que no disponga de eso que se quiere atribuir a otros, es capaz de generar el entusiasmo de miles de sus conciudadanos y hacerlos participes de un proyecto en cualquier área de la actividad humana.
El propio Max Weber consideraba que el carisma permite ejercer una forma de poder.
“Los ciudadanos advierten una personalidad extraordinaria en el líder carismático y permiten ser conducidos por él”, anotaba el sociólogo alemán.
Según Weber, ”La autoridad carismática existe cuando un individuo reclama poderes excepcionales, sobrenaturales o sobrehumanos y es reconocido por los demás como una razón válida para su participación en un programa de acción en el que se busca remediar problemas extraordinarios o garantizar el éxito de medidas extraordinarias”.
Otros pensadores han seguido la misma teoría y han ampliado los criterios de Weber, a partir de nuevas definiciones del carisma, aplicadas a diferentes situaciones.
A partir de lo anterior, cabe preguntar: ¿Es Danilo un líder carismático o es lo que sus adversarios quieren proyectar?
La respuesta lógica es que el candidato peledeísta es dueño de un carisma natural que nada tiene que ver con ser dicharachero, disparado, confianzudo o “afrentoso” como dice mi madre.
El tipo de carisma que adorna a Danilo es el que provoca fuertes adhesiones que se expresan en una lealtad partidaria y extrapartidaria que se ha mantenido por años y que le ha permitido construir un proyecto de poder que al día de hoy lo perfila como el próximo Presidente de la República.
Nadie que no sea capaz de cautivar con su discurso, sus ideas, sus propuestas puede concitar el respaldo que alcanzó Danilo en la elección interna del PLD, donde fue electo candidato presidencial con una votación que superó el millón de sufragios.
Quien no tenga carisma ni “ángel” puede nuclear alrededor suyo una fuerza no militante como la que ha podido armar Danilo en los movimientos externos que apoyan su candidatura, y que en sí representan un partido aparte.
nelsonencar@gmail.com
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