|
![]() |
![]() ![]() |
||
Opinión
|
||||
|
Una persona con estas características difícilmente buscará orar, difícilmente querrá leer la Biblia, difícilmente tendrá el ánimo de ir a congregarse y menos de servir a Dios
El desánimo es aquella sensación que quiere privarnos de hacer todo lo que Dios quiere que hagamos, a veces es la consecuencia de una frustración, a veces es la consecuencia de una larga espera o simplemente producto de un fracaso en algo que esperábamos triunfar.
Quizá los últimos días, semanas o meses has estado experimentado esa dura sensación de desánimo, nada te alegra, todo se te vuelve tedioso, sientes que no te alimentas espiritualmente, buscas pretexto para todo, tu mente está llena de prejuicios y criticas todo lo que consideras en tu opinión que “podría ser de otra manera.
El problema del desánimo es que nos lleva a ser duros de corazón, nos lleva a encerrarnos en nuestra sensación y a ver todo de distinta forma y al no salir de ese estado nos puede llevar al fracaso espiritual
Ya no le sientes gusto al escuchar o leer la Palabra?, ¿Cuándo “x” persona predica tiendes a no disponer tu vida porque consideras que esa persona no puede enseñarte nada nuevo o no tiene solvencia “moral” para predicar?, ¿Crees que la oración ya no es tan importante porque lo importante es la “calidad” del tiempo y no la “cantidad”?, ¿Ya no sientes interés de leer la Biblia porque ya la leíste una vez?, ¿Sientes que el servicio a Dios ya no es para ti, porque ya diste muchos años al servicio?, ¿Sientes cierto menosprecio a personas nuevas en los caminos de Dios que quieren decirte en momentos indicados que hacer o aconsejarte?, ¿Cuándo adoras a Dios ya no sientes aquella ministración que en otros tiempos sentías?, ¿Cuándo fue la última vez que te quebrantaste delante de la presencia de Dios?, ¿Sientes que tu corazón cada vez se pone más duro como una piedra?, ¿Has pensado en más de alguna vez dejar de asistir a tu congregación o has dejado de asistir por largas temporadas?, entonces tú estás en un estado de desánimo profundo y aunque quieras negarlo o no reconocerlo, hay algo que te delata, y es que hace mucho tiempo que no sientes la presencia de Dios en tu vida y no porque Dios no esté allí, sino porque tú te has alejado a través del desánimo de su presencia
El desánimo hace que tu corazón deje de ser humilde, hace que tu espíritu deje de ser receptible a la presencia de Dios, cierra tus oídos y tus ojos espirituales y crea una barrera entre Dios y tú lo cual se traduce en que difícilmente podrás sentirte ministrado por Dios
Para combatir el desanimo primero tienes que: 1. Reconocer que no eres el mismo. El reconocimiento de nuestro estado siempre será el principio de una restauración. Mientras no reconozcas que tienes un problema, que no eres el mismo, que has dejado de ser aquella persona que un día fuiste, entonces difícilmente saldrás de allí.
La Biblia dice lo siguiente: “El orgulloso y arrogante al fin de cuentas fracasa.” Proverbios 16:18 2. Negarte a ti mismo. Comienza a hacer cosas que ya no quieres hacer y que no debiste de dejar de hacer. Si antes orabas y ahora ya no, entonces comienza nuevamente a forjar ese hábito de oración, todos somos capaces de forjar hábitos en nuestra vida cuando constantemente los practicamos.
Lee la Biblia aun cuando creas que ya lo sabes todo o que ya la has leído muchas veces. Congrégate, busca servir. El hecho que estés activo te ayudará a mantenerte firme, entre más sirves y más involucrado/a estás en la obra de Dios, buscarás más su respaldo y por consiguiente la comunión con Él.
La Biblia dice: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.” Santiago 4:7 3. Acércate a personas que amen a Dios y que te ayuden a mantenerte firme. El problema de muchos de nosotros es que nos creemos autosuficientes, recuerda que somos una familia y como familia debemos ayudarnos mutuamente.
El problema de muchos es que cuando se sientes desanimados se aíslan totalmente de todos y no buscan ayuda. La Biblia dice: “La verdad, «más valen dos que uno», porque sacan más provecho de lo que hacen. Además, si uno de ellos se tropieza, el otro puede levantarlo. Pero ¡pobre del que cae y no tiene quien lo ayude a levantarse!” Eclesiastés 4:9-10 4. Si sientes que tropiezas, ¡Levántate!. Hay momentos en los que sentirás que estás haciendo bien las cosas, pero de pronto quizá tropieces, entonces en esos momentos lejos de frustrarte o rendirte, debes levantarte e intentarlo nuevamente.
El problema del cristiano no está en tropezar, sino en no quererse levantar. La Biblia dice:“Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse…” Proverbios 24:16ª.
Nunca te rindas de tratar de querer agradar a Dios, porque Dios ha de recompensar tu insistencia, ha de fortalecerte y hará de ti un testimonio vivo para bendecir a muchos más que como tú también están pasando por situaciones similares
Quiero terminar este mensaje haciendo una oración, tal vez no estoy presente de cuerpo cerca de ti, pero Dios sabe que desde donde estoy he dispuesto todo mi corazón y creo que Él ha de fortalecerte hoy Acepta mi oración y recíbela como tuya
Dios mío que estás en los cielos, te doy gracias por todo lo que tú haces diariamente en mi vida, reconozco que tu eres Todopoderoso y que sobrepasas mi entendimiento y mi forma de pensar a acerca de cómo actuaras, por esa razón hoy quiero pedirte con todo mi corazón que me puedas ayudar a levantarme de esta pasividad, te pido que me fortalezcas en medio de esta situación que estoy viviendo, Padre te pido que cambies mi forma de pensar y vuelvas a instaurar una mente humilde en mi, un corazón humilde, un deseo y hambre por ti, una pasión por hacer tu obra, un nuevo aliento que haga que salga del actual estado de desánimo que estoy experimentando.
Señor toca mi mente y mi corazón para que me disponga a buscarte con sinceridad y a tratar de agradarte en todo.
Te pido que tomes de mi mano y no me sueltes, que levantes mi cabeza para que puedan ver todo lo que tú me tienes preparado, Dios mío ayúdame, fortaléceme, respáldame, pero sobre todo vuelve aquel deseo de estar cerca de ti que tenían cuando te conocí.
Gracias Dios mío, gracias porque sé que has de tocar mi vida, gracias porque sé que a partir de hoy habrá en mi corazón un deseo de buscarte y de salir de ese estado que nada bueno me ha traído, gracias Dios por todo lo que tú haces, a ti sea la gloria, la honra y la alabanza. Todo te lo he pedido en el nombre poderoso de Jesús. Amé