BRUSELAS (AP).- La policía anti motines de Bélgica se enfrentó el domingo con cientos de partidarios de extrema derecha durante una manifestación realizada en la plaza que ha sido utilizada para rendir tributo a las víctimas de los atentados suicidas en Bruselas. En tanto, las autoridades lanzaron una nueva oleada de operativos anti terrorismo que dejaron un saldo de cuatro personas detenidas.
La policía utilizó un cañón de agua una vez que surgieron
enfrentamientos frente a la Casa de Bolsa, sitio que se ha convertido en
un símbolo de solidaridad con las víctimas que fallecieron en los
ataques del martes. Hombres vestidos de negro portaron una pancarta
ofensiva e irrumpieron en el lugar con gritos Nazis. Diez personas
fueron arrestadas y dos policías resultaron heridos.
“Tuvimos a 340 hooligans de diferentes equipos de fútbol que llegaron a Bruselas y sabíamos que iban a causar problemas”, dijo el comisionado de la policía, Christian De Coninck. “Fue una operación policiaca complicada porque había muchas familias y niños en el lugar”.
El alcalde de Bruselas, Yvan Mayeur, expresó su disgusto en un momento en el que el país aún está en duelo por los atentados suicidas en el metro y el aeropuerto de la capital, que dejaron un saldo de al menos 31 personas muertas y 270 lesionadas.
“No se desplegó a la policía para proteger a las personas no estos hooligans, sino para cuidar una amenaza mucho mayor, dijo Mayeur a la televisora RTL.
Las personas que intentaron rendir tributo a las víctimas también quedaron aterradas.
“Era importante para nosotros estar hoy aquí”, dijo
Samia Orosemane, una comediante de 35 años. Pero, añadió: “había muchas
personas haciendo saludos nazi y gritando ‘muerte a los árabes’, por lo
que no pudimos pasar”.“Tuvimos a 340 hooligans de diferentes equipos de fútbol que llegaron a Bruselas y sabíamos que iban a causar problemas”, dijo el comisionado de la policía, Christian De Coninck. “Fue una operación policiaca complicada porque había muchas familias y niños en el lugar”.
El alcalde de Bruselas, Yvan Mayeur, expresó su disgusto en un momento en el que el país aún está en duelo por los atentados suicidas en el metro y el aeropuerto de la capital, que dejaron un saldo de al menos 31 personas muertas y 270 lesionadas.
“No se desplegó a la policía para proteger a las personas no estos hooligans, sino para cuidar una amenaza mucho mayor, dijo Mayeur a la televisora RTL.
Las personas que intentaron rendir tributo a las víctimas también quedaron aterradas.
En tanto, los fiscales federales señalaron que los operativos del domingo estaban vinculados a “un caso federal referente a terrorismo”, pero no especificaron si había vínculos con los ataques del 22 de marzo.
Los 13 operativos se realizaron en la capital y las ciudades de Mechelen y Duffel, en el norte del país. Un juez investigador decidirá durante la jornada si las cuatro personas detenidas permanecerán bajo custodia. Otras cinco personas fueron liberadas tras el interrogatorio.
Los ataques del martes también han generado fuertes críticas en contra del gobierno, el sistema judicial y la policía, y los operativos del domingo buscan aliviar un tanto la presión al respecto.
El ministro del interior, Jan Jambon, admitió el domingo que las décadas de negligencia han obstaculizado la respuesta del gobierno al extremismo violento. Dijo que el gobierno ha invertido 600 millones de euros (670 millones de dólares) en servicios policiacos y de seguridad en los últimos dos años, pero que el sistema judicial y los servicios de seguridad del país están muy atrasados.
Jambon, a quien el jueves el primer ministro le rechazó su ofrecimiento de renuncia, también reconoció algunas fallas previas a los atentados suicidas.
“Ha habido errores”, dijo a la televisora VRT.
El ministro dijo que toma tiempo contratar especialistas antiterrorismo y equipamiento especializado, e insistió en que la nueva inversión del gobierno necesita tiempo antes de entregar resultados visibles al público.
La presión internacional sobre Bruselas se ha incrementado por servir como una base para los extremistas que lanzaron los ataques del 13 de noviembre, en los que murieron 130 personas en París. Por lo mismo, el gobierno se ha visto obligado a defender sus decisiones y actos de los investigadores.
La policía y el ejército belga han sido desplegados, en ocasiones durante las 24 horas del día, en los principales sitios y edificios de la capital en números cada vez más altos desde noviembre, cuando Bruselas entró en un cierre general por el temor de que el principal sospechoso de los atentados en París, Salah Abdeslam volviera a la ciudad para ocultarse.