MUNDO.- A primera vista es una muy buena noticia para toda la industria petrolera mundial.
Este
miércoles, por primera vez en ocho años, los países de la Organización
de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) acordaron reducir su
producción en un esfuerzo por subir los precios del crudo.En una señal alentadora para la alicaída industria petrolera, países que no son parte de la OPEP, como Rusia, también se han plegado al acuerdo.
Y los precios reaccionaron positivamente casi de inmediato.
El precio del petróleo de Brent subió 9% a US$51,57 por barril, mientras el crudo estadounidense se apreció un 8,2%, llegando a los US$48,9.
Pero tal vez no es el momento aún de destapar las botellas de champagne en las capitales petroleras del mundo, desde Moscú a Riad, pasando por Caracas.
Pues no está claro en el mediano y largo plazo quien es el que saldrá ganando de este aparente cambio en la industria petrolera global que lleva dos años en crisis.
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Un espectador feliz
La OPEP, encabezada por Arabia Saudita, se había demorado en llegar a un acuerdo para cortar la producción y subir los precios.
"Se cree que una de las razones para la demora era que Arabia Saudita estaba feliz con el daño hecho a la industria estadounidense del "shale" (petróleo extraído del esquisto), cuya expansión había sido uno de los factores clave en la caída misma de los precios", asegura el corresponsal de asuntos económicos de la BBC, Andrew Walker.
Los sauditas estarían esperando a que los bajos precios imperantes en los últimos dos años sacaran de la industria a muchos de los petroleros estadounidenses, un resultado que ayudaría a los productores tradicionales de la OPEP a retomar el control y poder que alguna vez tuvieron sobre el mercado.
"Pero no funcionó. La producción petrolera estadounidense descendió algo este año, pero todavía sigue a un nivel mayor que en 2014. El aumento de los precios que ocurre ahora probablemente hará que aumente la producción de petróleo de esquisto estadounidense", agrega.
Y dictamina: "la decisión de la OPEP de este miércoles indica que la pelea contra el esquisto estadounidense se ha perdido".
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Disciplina
La posición de los productores petroleros estadounidenses, que no hacen parte del acuerdo, se ve muy cómoda.
No se han comprometido a disminuir su producción, como los otros exportadores de la OPEP, pero se beneficiarán de los mejores precios.
En cambio, naciones como Arabia Saudita, Venezuela y otros grandes productores, tienen un dilema complejo entre manos.
Varios de ellos enfrentan problemas fiscales graves. Pero para mantener los precios altos, varios de ellos tienen que restringir la producción petrolera, renunciando a dólares necesitados por sus tesorerías.
Más aún, al hacer ese sacrificio individualmente, estas naciones no tienen garantía de que sus otros colegas en la OPEP no harán trampa, y por debajo de cuerda aumenten la producción para maximizar el recaudo en esta temporada de precios altos.
Si varias naciones empiezan a incumplir los acuerdos, la oferta global de crudo aumentará y los precios volverán a caer. Esta ha sido una historia recurrente en los intentos de la OPEP por mantener los precios altos en décadas recientes.
"Creo que es impresionante que la OPEP haya llegado tan lejos esta vez y que haya conseguido que naciones como Irán e Iraq estén de acuerdo (con los recortes de producción), pero Rusia podría cambiar de opinión sobre este sacrificio", le advierte a la BBC John Chairman, de la firma londinense Alfa Energy Group.
Atentos
Entre las naciones que estarán vigilando con extrema ansiedad el desarrollo de esta estrategia estará Venezuela, el país con las mayores reservas petroleras del mundo y uno de los miembros clave de la OPEP.
Sus extremas dificultades fiscales hacen imperativo para su estabilidad económica que llegue un periodo nuevo de precios altos del crudo.
Pero también otras naciones latinoamericanas no integrantes de la OPEP que han puesto grandes esperanzas en el petróleo, como México, Brasil y Colombia, estarán ansiando que el acuerdo consiga mantener los precios del crudo altos por un tiempo más.
De mantenerse vigente, una nueva era de precios altos del combustible le causará dolores de cabeza a los consumidores en países industriales y en desarrollo, que ya se empezaban a acostumbrar a la gasolina barata de los últimos dos años.
Pero en Houston, la capital petrolera estadounidense, los empresarios del crudo en ese país posiblemente estarán mirando estos desarrollos con la ilusión de haber sido, más que ningún otro, los beneficiarios de este nuevo capítulo en el prolongado drama de los mercados internacionales de la energía.