Excelentísimos Señores
Jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad De Estados Latinoamericanos y
Caribeños (CELAC);
Excelentísimos Jefes de
Estado y de Gobierno Miembros del Cuarteto;
Excelentísimos
Vicepresidentes de países Miembros de la CELAC;
Honorables Jefes de
Delegaciones de países Miembros de la CELAC;
Honorables Representantes
de Organismos Internacionales y
Regionales Invitados;
Regionales Invitados;
Distinguidos miembros del
Cuerpo Diplomático acreditados en el país;
Distinguidos miembros de la
prensa nacional e internacional;
Señoras y señores;
Deseo darles la bienvenida
y agradecerles que hayan aceptado nuestra invitación a esta cumbre de jefes de
Estado y de gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe
(CELAC), y que nos hayan honrado con su presencia aquí en Punta Cana, una de
las zonas más bellas y más visitadas de la República Dominicana.
Quiero, ante todo,
desearles dicha y prosperidad a ustedes, a sus familiares y a sus pueblos en
este año 2017 que llega cargado de tareas por emprender, pero también de
oportunidades que sin duda sabremos aprovechar con solidaridad y apoyo recíproco.
Antes de continuar estas
palabras, quisiera pedirles por favor, que guardemos un minuto de silencio en
honor al líder de la Revolución de Cuba, Fidel Castro Ruz, fallecido hace
apenas dos meses.
Fidel fue uno de los
principales propulsores de la CELAC y un firme creyente, durante toda su vida,
en el sueño de una América Latina unida en la senda del progreso.
Por favor, ponerse todos de
pie, para este tributo de respeto y honor.
Muchas gracias.
Amigos y amigas,
Cuando nos reunimos hace un
año en Quito para asumir la presidencia pro-témpore de la CELAC, no previmos
los vaivenes que nos depararía el año, ni tampoco que el mundo abriría una
etapa de dudas en su porvenir.
La mayoría, dimos por
descontado que la apertura al comercio, la inversión y la creciente movilidad
de los capitales y las personas, junto a la consolidación del Estado del
Bienestar en nuestro hemisferio, eran tendencias que permanecerían
inquebrantables en un mundo cada vez más globalizado e interconectado.
Pero, estábamos
equivocados.
Quizás porque subestimamos
los niveles de angustia y rabia de segmentos poblacionales importantes en los
países desarrollados, que no han percibido los frutos de la nueva economía
global.
Quizás porque no previmos
el uso que algunos sectores realizarían de los crecientes flujos migratorios,
contribuyendo así a agravar el descontento de poblaciones ya insatisfechas.
Pero lo cierto es que, así,
fue abriéndose el camino a un creciente repliegue identitario y excluyente.
El Brexit de Gran Bretaña y
las propuestas de revisión de los tratados de libre comercio de la nueva
administración republicana en los Estados Unidos, son sólo algunas de las señales
que nos muestran la transición política y económica que estamos viviendo.
Por su parte, nuestra región
llega a este momento histórico tras décadas de reformas estructurales que nos
han permitido insertarnos en la economía global, mejorar nuestra competitividad
y, al mismo tiempo, mejorar las condiciones de vida de nuestros pueblos.
Hemos fortalecido las
finanzas públicas, hemos establecido políticas sociales y servicios públicos
para reducir sustancialmente la pobreza, hemos estimulado la iniciativa y la
inversión privada y hemos abierto nuestras economías al exterior.
Los resultados de estas
acciones están a la vista.
Conforme a un estudio de la
CEPAL, en nuestra región se redujo el nivel de pobreza general de 48.4% en 1990
a 29.2% en el año 2015. Para ese mismo período de 25 años, la pobreza extrema
se redujo de 22.6% a 12.4%.
El Producto Interno Bruto
del conjunto de los países que constituimos la CELAC, medido en dólares de
paridad de poder adquisitivo, pasó de 1.58 trillones de dólares en 1990 a 9.45
trillones el año pasado.
Es decir, en un cuarto de
siglo, se multiplicó por 6 el PIB regional.
Les daré solo un dato para
ejemplificar la interconexión de nuestras economías en el mercado global: las
33 naciones que conformamos la CELAC hemos firmado en estos años 164 acuerdos
de libre comercio bilaterales y multilaterales.
Si bien sabemos que los
tratados de libre comercio no son herramientas perfectas y, de hecho, estamos
trabajando para mejorar su eficiencia, no podemos ignorar tampoco que su puesta
en marcha nos ha abierto muchas puertas y ha traído numerosos beneficios.
Por tanto, no parece
razonable pensar que Estados Unidos y los países desarrollados, tras años
impulsando la apertura y la globalización tanto dentro como fuera de sus
fronteras, abandonen ahora estas políticas que han contribuido a acrecentar las
esperanzas de progreso de todos nuestros pueblos.
Creo que todos estaremos de
acuerdo en que el mundo entero saldría perdiendo si Estados Unidos, Europa y
China adoptan el modelo de las represalias arancelarias que en el pasado sólo
ha servido para generar pobreza.
Sin embargo, preocupa que,
ante los anuncios de imposiciones unilaterales de aranceles para proteger
industrias específicas, comience a pasearse por todos los escenarios globales
el fantasma del proteccionismo y las consecuentes guerras comerciales.
De la misma manera, vemos
con preocupación que este discurso creciente de proteccionismo y cierre de
fronteras no se limita al ámbito económico, sino que puede tener consecuencias
graves sobre nuestra población migrante.
Ante estos retos,
entendemos que la CELAC tiene una gran responsabilidad: la de velar siempre por
los intereses de nuestros pueblos.
Debemos hacer todo lo que
esté a nuestro alcance para prevenir el regreso de un pasado que, ahora, trata
de venderse como superior al estadio de desarrollo que hemos alcanzado.
Debemos preservar las
bondades de un mundo interconectado, al tiempo que protegemos los logros
alcanzados en materia de bienestar social para las grandes mayorías de nuestros
países.
No es tiempo de aislarnos e
ir hacia atrás, sino de profundizar nuestros lazos, para avanzar con más
impulso hacia delante.
La inversión social de
calidad debe seguir contribuyendo a mejorar la salud y elevar el nivel
educativo de nuestras poblaciones, reduciendo así las brechas sociales.
El acceso a puestos de
trabajo dignos, a seguridad, protección social y a viviendas dignas, son derechos
que no puede estar sujeto a los vaivenes de la economía internacional.
Estamos convencidos que
nuestros pueblos y gobiernos pueden y deben consolidar el camino del progreso
con equidad.
Señoras y señores,
Las 33 naciones que
constituimos hoy la CELAC representamos un mercado global de 614 millones de
personas.
Tenemos el potencial para
navegar con éxito estos tiempos de dudas.
Sin embargo, el panorama
económico actual no está exento de retos: El crecimiento del PIB regional se
situó alrededor del 1% en 2016 y las exportaciones de bienes y servicios
cayeron 5%.
En este contexto, CEPAL
recomienda a nuestros gobiernos tres líneas de actuación fundamentales:
Por una parte, implementar
políticas contracíclicas y aumentar la productividad.
Por otra, tomar medidas que
reduzcan la evasión y la elusión fiscal, estimada en 6,7% del PIB regional,
además de hacer una revisión de subsidios e incentivos.
Y, en tercer, lugar
reorientar el gasto público para priorizar la inversión productiva y el gasto
social esencial.
Dicho de otra manera: que gastemos más y mejor en el bienestar y progreso de las grandes mayorías populares de América Latina y El Caribe.
Dicho de otra manera: que gastemos más y mejor en el bienestar y progreso de las grandes mayorías populares de América Latina y El Caribe.
Señoras y señores,
Ese es el panorama económico
que tenemos como trasfondo en esta V Cumbre de nuestra Comunidad de Estados,
diseñada para ser un espacio de concertación política, integración regional y
representación institucional colectiva ante la comunidad internacional.
Y en este contexto, nuestro
objetivo no puede ser otro que la construcción de un amplio espacio regional de
intercambio comercial, inversión de capitales y financiamiento; transferencia
tecnológica, circulación de capital humano y cooperación.
Las proyecciones económicas más optimistas para este nuevo año que iniciamos se fundamentan en 4 pilares básicos:
Las proyecciones económicas más optimistas para este nuevo año que iniciamos se fundamentan en 4 pilares básicos:
1. Una mejora de los
precios de las materias primas que influirá en los países sudamericanos
2. El aumento del flujo turístico,
que incidirá de manera positiva, especialmente en México y El Caribe.
3. Una mayor demanda
externa.
4. La dinamización del
comercio intrarregional.
Y sobre este último punto
me gustaría detenerme brevemente, porque nos presenta una gran oportunidad.
No perdamos de vista que,
mientras los países asiáticos realizan exportaciones entre sí, es decir entre
ellos, que representan el 34% de su
volumen global exportable, nuestras naciones aún apenas colocan entre sí, es decir entre los países que conformamos la CELAC, el 10% de sus exportaciones, cantidad que es tres veces menos que los países asiáticos.
volumen global exportable, nuestras naciones aún apenas colocan entre sí, es decir entre los países que conformamos la CELAC, el 10% de sus exportaciones, cantidad que es tres veces menos que los países asiáticos.
Se podrá argumentar que la
lógica de los mercados pesa más que la voluntad política de los Estados en este
resultado, máxime en una economía mundial cada vez más globalizada.
Sin embargo, no es menos
cierto que tenemos la capacidad de modificar esta ecuación, apostando por la
complementación económica de nuestras naciones, que a su vez nos haga más
fuertes en el escenario global.
Dicho de otra forma: no
podemos seguir buscando fuera de nuestra región culpables, ni salvadores.
Es hora de buscar
soluciones latinoamericanas y caribeñas a problemas latinoamericanos y caribeños.
En un mundo donde las ideas
del pensamiento único siempre amenaza con hacerse hegemónico, se hace más
urgente que nunca buscar nuevas respuestas a preguntas que muchos ni siquiera
se atreven a formular.
¿Cómo retomar la ruta del
crecimiento económico sin sacrificar los progresos sociales?
¿Cómo continuar reduciendo
las desigualdades y la exclusión social, al tiempo que mejoramos la
competitividad de nuestras economías?
¿Cómo proteger y
multiplicar los progresos alcanzados para millones de hombres y mujeres que han
salido de la pobreza, pero aún viven en la vulnerabilidad?
En definitiva, ¿cómo seguir
llevando bienestar a nuestros pueblos, en un contexto internacional adverso?
Estos son los desafíos del
presente para nuestros pueblos y gobiernos de América Latina y El Caribe.
Sin embargo, no les quepa
duda, para muchos de los dilemas que debemos resolver en estos días, la CELAC
es la respuesta.
Si hablamos de crecimiento
económico, la CELAC es un espacio óptimo para cooperar, facilitando el comercio
y los encadenamientos productivos que creen millones de empleos en nuestra región.
Si queremos asegurar la
soberanía alimentaria, en la CELAC podemos encontrar formas de apoyar a nuestros
agricultores, revitalizar nuestros campos y alimentar las ciudades en
crecimiento.
Si queremos proteger a
nuestros pueblos de los efectos del cambio climático y los desastres naturales,
aquí podemos, tanto buscar soluciones locales, como llevar una voz común a los
espacios de decisión mundial.
Si queremos luchar contra
ese gran enemigo que es la desigualdad, este debe ser nuestro cuartel general
en la batalla para asegurar que cientos de millones de latinoamericanos y
caribeños que ya están mejorando sus vidas, nunca vuelvan a conocer la pobreza.
Y si queremos mejorar la
educación, aquí tenemos un lugar privilegiado para intercambiar excelentes
experiencias acerca de cómo hacer llegar la sociedad del conocimiento a las
grandes mayorías.
Es aquí, en definitiva; en
esta alianza de pueblos, en esta comunidad de hermanos, donde debemos encontrar
las ideas, los caminos, las acciones y la voluntad política para hacer realidad
el destino histórico de América Latina y El Caribe.
Así lo esperan los cientos
de millones de jóvenes que conforman nuestro patrimonio más valioso.
Miles de hombres y mujeres
que deben ser protagonistas de una nueva revolución en América Latina y El
Caribe.
Una revolución que comienza
en las aulas, en la educación, en la innovación. Una revolución del
conocimiento!
Esa debe ser nuestra
prioridad uno: Una revolución que nos permita ir escalando posiciones en
evaluaciones internacionales como PISA; pero sobre todo que le devuelva la
esperanza y la confianza a las nuevas generaciones.
Una revolución que eleve
sustancialmente la calidad de la educación en ciencias, tecnología, ingeniería
y matemáticas, las áreas de donde emana el cambio y el progreso.
Necesitamos más jóvenes
innovadores como el mexicano Alejandro Cantú, quien desarrolló la aplicación
SkyAlert, un sistema de alerta
sísmica por satélite, que
avisa un minuto antes de que un terremoto sacuda la Ciudad de México y otras 40
locaciones mexicanas cubiertas por el sistema.
Como el cubano Yondainer
Gutiérrez, quién creó el interfaz gráfico para la página web de la red de salud
cubana, Infomed, el punto de referencia para médicos y científicos en nuestra
vecina isla y un sitio de consulta para investigadores de varios países.
Como la hondureña Yenny
Carias, quien desarrolló un 'software' que traduce la voz al lenguaje de señas
para facilitar el aprendizaje de estudiantes sordos.
Como el guatemalteco
Antonio Navas, quien creó la primera versión de la plataforma gratuita de
aprendizaje de idiomas Duolingo, la cual, a partir de la data sobre el progreso
registrado por los usuarios, se modifica en beneficio de los nuevos
estudiantes.
Como los dominicanos Francarlos Bencosme y Keyron Figueroa, quienes desarrollaron un catalizador de calentamiento automático para motores de combustión interna que reduce la contaminación directa hasta un 90%, al entrar en funcionamiento simultáneamente con el encendido del vehículo o de los motores de combustión de las industrias.
Como los dominicanos Francarlos Bencosme y Keyron Figueroa, quienes desarrollaron un catalizador de calentamiento automático para motores de combustión interna que reduce la contaminación directa hasta un 90%, al entrar en funcionamiento simultáneamente con el encendido del vehículo o de los motores de combustión de las industrias.
Como la colombiana Daniela
Galindo, quien desarrolló el software “Hablando con Julis”, una aplicación que
a través de imágenes con texto y audio, permite comunicarse a personas de entre
3 y 85 años que tienen dificultades en el habla o sufren de síndrome de Down,
autismo, parálisis cerebral, déficit cognitivo o sordera.
O el chileno Rodrigo
Quevedo, experto en robótica, quien inventó una silla de ruedas que se mueve
con ondas cerebrales, es decir, con la mente, arrojando una luz de esperanza
para miles de personas con problemas de movilidad.
Esa es la América Latina
que debemos potenciar y multiplicar exponencialmente.
Esta es la fuente de la que
emanará la abundancia en nuestro continente.
En cada uno de nuestros países
hay miles de Alejandros, deseando mejorar el mundo con sus ideas.
Hay miles de Yennis que, sí
les damos la oportunidad de estudiar, nos asombrarán a todos con su talento.
Mujeres jóvenes preparadas,
esperando su oportunidad para aprender y desarrollarse en igualdad de
condiciones, como cualquier muchacha nacida en Estados Unidos, Japón, Corea o
Finlandia.
En nuestras ciudades y
nuestro campos hay miles de Rodrigos, Danielas y Antonios, que acarician el sueño
de viajar libremente, de aprender y trabajar desde cualquier lugar, de conectar
sus capacidades con las de todos sus hermanos latinoamericanos y caribeños.
Tenemos miles de mentes
brillantes, como la de Francarlo, o la de Yondainer, que solo necesitan una
mano amiga, un empujoncito, para convertirse en empresarios exitosos, en científicos,
en innovadores.
Tenemos cientos de millones
de posibilidades, una por cada joven que habita en nuestros países. Díganme, ¿puede
haber una riqueza mayor que esa?
Nuestros chicos y chicas
tienen la capacidad y la voluntad para iniciar esta revolución de la innovación
y el emprendedurismo, pero necesitan nuestro apoyo y nuestro compromiso.
Necesitan una América
Latina conectada, de puertas abiertas, que confíe en ellos y que los impulse
hacia el éxito.
Una región que apueste por
el conocimiento, por la innovación, por la investigación, por la cultura;
porque solo así podremos garantizar a esos muchachos y muchachas el espacio que
merecen en la sociedad del siglo XXI.
Amigos y amigas,
La CELAC, por ser el más
amplio espacio de encuentro existente en América Latina y El Caribe, tiene la
capacidad para impulsar este gran proyecto de transformación.
Solo precisamos que, además
de voluntad y buenas intenciones, sumemos acciones concretas, planificación y
trabajo.
Confío en que este
encuentro nos coloque en esa senda.
Esos millones de jóvenes y
sus sueños deben ser siempre nuestro horizonte y sus necesidades, nuestra brújula.
Y serán esos mismos jóvenes
los que nos ayudarán a conocernos cada vez mejor, aprendiendo los unos de los
otros, respetando y valorando nuestras diferencias.
Es lo que José Martí nos
animó a hacer cuando dijo: "los pueblos que no se conocen han de darse
prisa para conocerse, como los que van a luchar juntos".
Vamos pues a conocernos, a
unirnos y a luchar juntos, pero no con las armas.
Vamos a luchar con la energía
de nuestra creatividad, con el impulso de la cooperación y con la fuerza de la
unión.
Vamos a luchar con el
talento de nuestra gente, con la abundancia de nuestra tierra y con el orgullo
de nuestros Padres Fundadores!
¡Vamos a luchar por esa
Patria Grande en la que nuestros pueblos puedan crecer, cada vez más sanos,
seguros, educados y con más esperanza!
¡Vamos a trabajar por esa
América Latina y El Caribe que soñaron nuestros ancestros y que merecen
nuestros hijos!
¡Vamos a luchar por un futuro
en el que nadie se quede atrás en América Latina y El Caribe!
Muchas gracias.