Por
Cándida Figueroa
Opinión
Opinión
En esa etapa en la que se
tiene una venda en los ojos, cuando se es chiquitín, nuestras madres o padres
nos llevan al lugar más oportuno en interés de que comencemos a abrir nuestros sentidos
para el porvenir en un lugar muy especial como es la escuela.
Allí nos van moldeando
mientras saltamos de escalón en escalón, pasando de la niñez a la adultez, nos
forman en una profesión y tomamos el rumbo de nuestras vidas. Esto se lo debemos
a nuestros padres y al maestro.
Al maestro se le debe tanto
aprecio y respecto como a nuestros progenitores. Iniciar la lectura pri
maria
requiere dedicación y paciencia del maestro o maestra, hasta que arrancamos en
fa.
Así, de escalón en escalón, nos
convertimos en profesionales y asumimos nuestro destino con una “deuda” que no
tiene precio y que nos lleva por siempre a recordar a nuestros progenitores y
al maestro con cariño.
Cuando se vive toda la vida de
la profesión que se logró realizar gracias al empuje antes citado, el único
modo de pagarlo es el agradecimiento por
siempre a nuestros progenitores y al maestro.
En el caso de maestro (o
maestra), la faena con el alumno no termina en la escuela. Usualmente este
profesor lleva material a la casa para corregir lo que está bien y lo que se
debe mejorar.
Quiérase o no, esta persona
que nos enseña a leer y a escribir y nos va moldeando de manera vertical tiene
una pesada responsabilidad.
Y pensar que a veces estos
educadores son olvidados por parte de algunos que se encuentran en la cima y
les ven como uno más. ¡Qué pena!
¿Quién no recuerda a sus
maestros en el tránsito desde la
primaria hasta la universidad? Muy
difícil olvidar a quienes te forjaron en el conocimiento que es de por vida.
Con los maestros y maestras no
se debe romper el plato y luego pretender ensalzarlos, porque son quienes más han
incididos en nuestra formación.
Tratemos al maestro con cariño
por todo lo que nos enseñó desde la infancia hasta la adultez para convertirnos
en profesionales en las respectivas áreas que cada quien eligió.