Por Miguel Severino
Articulo de Opinión
A raíz de la dictadura miguelista que desgobierna los destinos democráticos del partido de la esperanza nacional, la escuela democrática fundada por el insigne maestro de la política dominicana el Prof. Juan Bosch, se impone un alto y un acto de conciencia que sea capaz de promover la apertura de los valores democráticos e iniciar un proceso que represente una rotura con el autoritarismo.
Parafraseando al Dr. José Pena Gómez se hace necesario invocar a los cuarteles y esperar que un coronel, partidario del militarismo democrático partidario, surja de las cenizas para dar un salto cualitativo y pueda casarse con la gloria, y restaurar la democracia en la otrora organización política del “buey que mas jala”.
El dirigismo miguelista está provocando una situación conflictiva, a lo interno del PRD, en la medida en que pretende cerrar, por la fuerza, las ventanas democráticas de un proceso convencional abierto, plural y participativo donde los militantes y dirigentes, tal como lo consagran sus estatutos, la ley electoral y la Constitución política, puedan ejercer el sagrado derecho de elegir y ser elegido.
En virtud de que el Dr. Pena Gómez esta ausente, de manera intemporal, la alta dirección del Partido Revolucionario Dominicano carece de un árbitro y conductor democrático que pueda velar por los sagrados intereses de las mayorías sin negarle la oportunidad a las minorías.
Desde esa perspectiva se nos ocurre pensar que en el PRD hace falta un coronel que se quiera casar con la gloria. En ese contexto Hipólito Mejía esta tratando de calzarse las votas del Pena Gómez una vez que sale en defensa de la democracia y de la participación de los militantes y dirigentes en un proceso abierto y participativo. Sin embargo esta tarea no ha sido del todo exitosa en virtud de que Miguel Vargas es una fiel hechura de los tropiezos del propio Hipólito Mejia.
A falta de un referente político, moral, ético, y social partidario bueno y valido para liderar el actual proceso de crisis. Esta el hecho de la existencia de una exigua vida democrática a favor de una militancia que ha sido sesgada por quienes han asaltado el estadio de la alta dirección a raíz de la ausencia de una construcción política, filosófica e ideológica a lo interno del Partido Revolucionario Dominicano.
El esfuerzo de Hipólito Mejia no es y será suficiente para instaurar valores democráticos en el PRD, asegurarle a la militancia y a la dirigencia media y nacional el derecho a participar, a elegir y a ser elegido en una convención abierta y participativa.
Se hace necesario que el liderazgo sectorial: académico, gremial, empresarial, laboral, comunitario, industrial, profesional, cultural, religioso y de género, entre otros, se exprese y reclame el retorno de la democracia como valor agregado del liderazgo social y político partidario.
A falta de un Coronel que se pueda casar con la gloria, habría que invocar al la guerra de guerrilla o a la guerra de los sargentos a fin que una columna partidaria de la democracia dominicana como el PRD no colapse y ponga en riesgos las elecciones venideras de mayo del 2009.
Un estallido social esta al doblar de la esquina en el seno del otrora partido de la esperanza nacional.
Que antes de enero del 2010 descienda un enviado, un coronel que pueda enamorar y restaurar la democracia en el Partido Revolucionario Dominicano. Viva la democracia dominicana!
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