martes, 29 de marzo de 2011

A los tantos y tantos años del asesinato De Gregorio García Castro


Por Reginaldo Atanay
Director del Periódico Digital Atanay.com
Sección de Opinión

EL PIE DE ESTA IMAGEN ES SUPER TIERNA "Reginaldo Atanay acaricia a Toby, el perrito de la familia García-Frómeta-Liz Quiñones, en la residencia del doctor Gregorio Joaquín García Frómeta, primogénito de García Castro, y la doctora Carmen Liz de García Frómeta. Aparece también, una foto del periodista García Castro. La foto fue tomada recidenemene durante una visita de Atanay a la casa de la pareja, situada en la avenida 27 de Febrero, de Santo Domingo".

“Un amigo nuestro que tuvo acceso al expediente que se redactó tras el experticio sobre el asesinato, nos dijo a quién le echaban la culpa -en lo intelectual- de aquella horrenda muerte. Esa investigación fue dirigida por el general Néit Rafael Nivar Seijas, persona de los afectos de Gregorio, y también de quien esto escribe.”
Queens, N.Y. (Atanay.Com).- Acaba de cumplirse otro año del asesinato del periodista Gregorio García Castro. El crimen ocurrió el 28 de marzo de 1973, en la calle Las Mercedes, entre las calles 19 de marzo y José Reyes, en la Zona Colonial de la Ciudad Primada de América.
Aquel hecho, por la forma y el vecindario en que se produjo, recuerda a las narraciones de las “Cosas Añejas” de César Nicolás Penson. Fue una noche de soledad, desesperación, angustia… y muerte.
El periodista santiagués había terminado la sesión del día, como jefe de redacción de un diario vespertino, y se marchaba a casa. Era de noche, y en aquel vecindario, cuando comienza a caer la noche, se desprenden, gozosas, las sombras. Y oscurecen y entristecen el entorno.
A Gregorio, los sicarios, (ahora está allá de moda ese término, para describir a los asesinos) le querían echar mano para llevarlo a otro sitio y, en el otro sitio, con la tranquilidad de lo apartado, darle la muerte que querían. Y quizás, también, torturarlo.
Pero el periodista “cogió la seña” y armó un breve escándalo, tratando de llamar la atención de quienes estuvieran por el sitio, con la esperanza de salvar la vida. Los sicarios ganaron tiempo, y lo asesinaron ahí mismo.
A García Castro lo conocimos. Fuimos compañeros de trabajo y amigos… casi íntimos. Porque compartimos tiempos de trabajo, de familiaridad… de tragos. Y éramos afines en varias maneras de pensar. Aunque él, llevándonos unos 4 años en edad, era más arrojado que nosotros.
Era, Gregorio, “un boca y pluma suelta”. Un casi Hipólito, que no podía contener lo que pensaba, y lo soltaba, sin medir las consecuencias. Dicen que eso fue el principal motivo para que, desde algún sitio de poder, decretaran su muerte.
Un amigo nuestro que tuvo acceso al expediente que se redactó tras el experticio sobre el asesinato, nos dijo a quién le echaban la culpa -en lo intelectual- de aquella horrenda muerte. Esa investigación fue dirigida por el general Néit Rafael Nivar Seijas, persona de los afectos de Gregorio, y también de quien esto escribe.
De los autores materiales del hecho, apresaron algunos sujetos, entre ellos un teniente militar, ahora muerto, a quien sindicaron como el cabecilla del grupo asesino.
Pero las investigaciones, por alguna razón, quedaron paralizadas, y en eso no pudo profundizarse tanto, como se consiguió con otro asesinato, el del también periodista Orlando Martínez. Favoreció, en lo de Orlando, que él era miembro militante de un partido político, y los de ese grupo, aunque con poca gente, tenían poder de convocatoria. Y sus denuncias y pruebas funcionaron de manera tal, que las autoridades pudieron apresar a los culpables tanto intelectuales, como de obra.
De los hijos de Gregorio, el segundo, ingeniero Enrique García Frómeta se ha impuesto la labor de que, algún día, se denuncien y condenen a todos los culpables. Su madre, la doctora Daisy Frómeta viuda de García Castro, prefiere “dejárselo a Dios”.
En este nuevo aniversario de su asesinato, volvemos a poner en manos de la Divinidad el caso del querido compañero y amigo, ido muy a destiempo…

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