jueves, 14 de julio de 2011

Para fortalecernos espiritualmente ir a la biblia a 1 Reyes 18. 41-46


Por la Familia Mondragon
Sección de Opinión

1 Reyes 18. 41-46 Entonces Elias dijo a Acab: Sube, come y bebe, porque una lluvia grande se oye. Acab subió a comer y a beber. Y Elias subió a la cumbre del Carmelo, y postrandose en tierra, puso su rostro entre las rodillas. Y dijo a su criado: Sube ahora, y mira hacia el mar: Y el subió, y miró, y dijo: No hay nada. Y él le volvio a decir: Vuelve siete veces. A la septima vez dijo: Yo veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar- Y el dijo: Ve, y di a Acab: Unce tu carro y desciende, para que la lluvia no te ataje. Y acontecio, estando en esto, que los cielos se oscurecieron con nubes y viento y hubo una gran lluvia. Y subiendo Acab, vino Jezreeló. Y la mano de Dios estuvo sobrfe Elias, el cual ciñó sus lomos, y corrió delante de Acab hasta llegar a Jezreel.
La oración confiada y constante es esencial para todo creyente que quiera crecer en su relación con Cristo. Pero son muchos los cristianos que tienen luchas en este aspecto. ¿Qué se los impide?
La falta de una carga. Ser diligentes resulta fácil cuando sentimos pasión por lo que pedimos. Oramos incesantemente cuando un ser amado está enfermo, pero una vez que cesa la urgencia, también cesa la oración. Caemos de nuevo en la apatía.
La falta de tiempo. Estamos ocupados y no vemos la manera de sacar tiempo para orar, sin un reacomodo de nuestro cronograma de actividades.
La falta aparente de respuesta. Hemos tratado de orar, pero Dios parece que no responde. Pensamos: “Es un desperdicio de tiempo”. Nos rendimos.
Santiago 5.16-18 nos dice que Elías era un hombre justo cuya oración ferviente logró mucho. Era apasionado y persistente, porque conocía a Dios íntimamente y creía que Él respondería. Las respuestas pasadas a sus oraciones, y el tiempo invertido en oración, habían fortalecido la confianza absoluta del profeta en el Señor.
Cuando Elías comenzó a orar en el monte, no hubo una respuesta aparente, pero él continuó buscando al Señor. Dios está siempre mirando a nuestro alrededor, para ver si lo descubrimos o no. Los ojos de la fe pueden ver su presencia e intervención aun cuando no haya una evidencia tangible.
Dios no diseñó la oración para que fuera sólo un simple medio para hacer peticiones; pasar tiempo con nuestro Padre celestial tiene el propósito de ayudarnos a conocerlo y amarlo. Después, cuando nuestra pasión por el Señor crezca, dedicar tiempo a Él será un placer, y la vida se convertirá en una aventura de fe

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