viernes, 17 de agosto de 2012

Danilo despierta la esperanza



Por Cándida Figuereo
Opinión

Lo último que debe perder el hombre es la esperanza, tan rasgada que motiva incredulidad toda oferta de restauración.
Es propia esa incredulidad en una población que no percibe que se le tiene como el ente esencial per se, de mas valor; porque solo recibe latigazos expresados en deficiencias en educación, la salud, la seguridad ciudadana y en todos los órdenes.
Llega un momento en que la gente se acostumbra tanto a esa desigualdad que cree intrínsecamente que ese debe ser el orden de las cosas: El desorden, las complicidades, enriquecimiento ilícito y todo tipo de truchimanería.
Una oferta LÓGICA parece ilógica porque la mayoría de los candidatos que se pusieron la ñoña presidencial decepcionaron a la población.
Las ofertas hechas por el presidente Danilo Medina poco después de ser juramentado ante el país y el mundo son EXTRAORDINARIAS. Hizo lo que nunca se ha hecho, pensar primero en la gente.
Un pueblo con miedo por el irrespeto en la convivencia y la inequidad termina arropado por la desconfianza.
No es nueva la incredulidad al anuncio de buenas nuevas, pues hasta Jesucristo vivió en carne propia el recelo de gente que no creyó su promesa de vida eterna tan solo con cambio de existencia.
La Biblia registra la incredulidad en San Mateo Capítulo 17 versículo 17 cuando dice: “Respondiendo Jesús dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! Suspicacia que también se señala en Marcos Capítulo 9 versículo 19, Lucas Capítulo 9 versículo 41; Romanos Capítulo 3 versículo 3; Primera epístola de Corintios 7-14.
La Epístola del apóstol Tito en el Capítulo 1 versículo 15 refiere: “Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada le es puro; pues hasta su mente y su conciencia están corrompidas.”
El dominicano humilde, ese a quien suelen llamar el hijo de machepa porque todo se le pega, anda a pie o pasa las de Caín para sobrevivir, sabe cuando un hombre dice la verdad porque conoce al tuerto durmiendo y al cojo sentado.
El discurso del Presidente Medina es una oferta a la inequidad soslayada, a lo que nunca se hizo, pensando en la gente que muchas veces no es más sagaz porque su formación educativa es limitada o no recibe ayuda para salir adelante. En fin, a esperanza vuelve a renacer.

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