Por Yky Tejada
Opinión
Opinión
Toda creación artística tiene como resultado un producto,
que en este caso es un producto artístico. Una pieza pictórica, una obra de
teatro, un musical, un libro de poesía.Incidiendo este producto
positivamente o negativamente en una economía emergente como la nuestra.
Las actividades artísticas tienen su
origen en nuestro país en las escuelas de artes especializadas y no
especializadas.
Estas escuelas a su vez crean un producto que se concretiza
en la formación que ha alcanzado el estudiante para lo que se ha invertido una
enorme cantidad de recursos provengan estos o no del sector público.
El producto alcanzado es resultado de la enseñanza artística
que opera de manera formal dentro del sistema educativo y otro es proveniente
de las escuelas bellas artes que por su naturaleza son escuelas
especializadas.
Pero, porqué el producto proveniente de las escuelas de artes especializadas no logra insertarse en el mercado
laboral en nuestro país? La población a este respecto no tiene una verdadera
valoración de los distintos productos artístico Dónde se origina está
infravaloración?, pues en el sistema educativo formal.
La educación artística que se imparte en las escuelas y
colegios de nuestro país se reduce a escuetas informaciones sobre las
distintas manifestaciones artísticas. Nada que ver con el ejecutante de una
partitura aunque esta partitura sea elemental o con la escenificación de
obras como Otelo.
Sin el ejercicio de las artes este estudiante cuando
ya es abogado o médico ha perdido el interés por el arte y sus productos. Y
esto porque se desaprovecharon las etapas iniciales de su formación para
encaminarlo a tener verdaderas experiencias artísticas.
En la experiencia artística reside en gran medida la falla
de no tener una población interesada en el consumo de los bienes artísticos y
no se diga también de los bienes patrimoniales.Casi todo estudiante tiene
afición por alguno de los géneros artístico ya sea poesía, cuento,
novela, música, canto coral, danza folclórica, danza moderna, danza contemporánea,
pintura, escultura, dibujo, artes gráficas, teatro, performance ,artes
digitales, artesanía, etc.
El problema con estos géneros, haya
querido el estudiante o no ser artista profesional es que en las
distintas etapas de formación educativa nunca tuvo la oportunidad de
manchar una tela o practicar su oratoria a través de una obra de teatro por
poner dos ejemplos.
Sin esta experiencia se hace imposible la valoración de una
obra de arte y luego aunque su capacidad económica le brindará la oportunidad
de comprar un boleto para un concierto o comprar una escultura, sus
sentimientos y emociones no lo moverán hacerlo.
Experiencia de belleza y la objetividad del arte son dos
conceptos distintos y operan de manera distintas en el individuo, sin embargo a
la hora de apreciar y consumir el hecho artístico deben ser integrados. Nuestro
sistema educativo solo se empeña someramente en que el estudiante sea
objetivo respecto al hecho artístico en menoscabo de la experiencia artística
que deja una gustosa marca indeleble de la que nunca nos
separaremos.
Si fuimos capaces de ejecutar una melodía cuando éramos
estudiantes jamás dejaremos de sentir nostalgia por ello y la mejor manera de
vivir esa experiencia es volver aunque sea como espectador a oír o ver esa
pieza en la que como aficionados al arte practicamos y celebramos el
arte.
El arte es objeto de celebración y casi todas las
concurrencias humanas las celebramos con arte.Para que la colectividad sea
consumidora de arte debe crearse una instancia entre esta y el hecho artístico.
Esta instancia debe surgir del sistema educativo formal y el sistema educativo
especializado, unos serán productores y otros consumidores está instancia
es la responsable de que surjan los aficionados al arte.
La objetividad del arte puede ayudarnos a desentrañar las
ideas estéticas que dan razón al arte pero sin la experiencia de belleza
jamás se completará el binomio a través del cual ahondaremos en una obra
hasta hacerla propia y de esta convicción es que nace el consumidor y
aficionado al arte. Impulsado por la experiencia de belleza seremos
consientes consumidores de productos artísticos. No podemos sustraernos del
hecho de que vivimos en un país que privilegia el capital como modo de impulsar
la producción de bienes, el producto artístico no está exento de las leyes que
gobiernan la correspondencia entre la oferta y la demanda. Y el arte puede
subsistir como otros bienes si se diseñan verdaderos lineamientos de políticas
de desarrollo para este sector.
El consumidor de arte debería nacer en las escuelas y liceos
porque allí es donde él debería haber participado de manera activa del hecho
artístico y sin dudas se volvería en un aficionado consiente del valor de arte
y de los beneficios que de él se obtienen sobretodo el de una asentada
inteligencia y espiritualidad y de un bagaje cultural que le permita
decodificar los símbolos que dan cohesión a la identidad de su pueblo al
mismo tiempo que entender la sociedad en que vive y no solo a entenderla
sino también interpretarla.
Cada cultura produce los talentos necesarios sin embargo en
la nuestra no se desarrollan porque el mercado del arte no se ha desarrollado y
no hay mercado sin aficionados.
El aficionado es el que llena las salas de espectáculos y
las galerías de artes y es el que compra una obra de arte y lo hace porque de
manera espontánea en sus etapas de formación se convirtió en un
aficionado al arte y gracias a esas etapas de formación también se convirtió
en profesional del arte.Toda colectividad debe aspirar a ser artífice o
mejor ser artista de su propio porvenir.
El futuro del arte en nuestro país se encuentra en las manos
del sistema educativo especializado y formal, sin una pronta adecuación
estaremos retrasando el desarrollo del arte como un bien de consumo como se ha
venido retrasando ya por décadas.
Nuestro Producto Interno Bruto parece que creciera cada año
sin que esto se refleje en la industria del arte, es más hay quienes afirman
que involucionamos culturalmente.
El arte y la cultura constituyen muros de contención ante la
avalancha que amenaza con arrasar con los elementos que por siglos
han dado identidad a nuestra cultura. Y no sólo que dan identidad sino
que son el sostén de nuestros mejores valores.
Si queremos una sociedad sin corruptos y sin delincuentes
habremos de mirar al arte también y a la cultura y a un sistema educativo que
sepa sembrar los más genuinos valores que dan grandeza al espíritu
humano. No hay dudas de que el arte puede ser un bien de consumo como otros
bienes. “Si se quiere se puede”
Inició su carrera, como servidor público en el
año 1989. Desempeño de funciones afines con la carrera de arquitecto en
importantes instituciones del estado dominicano: La Oficina de Patrimonio Cultural
de Santiago de los Caballeros, (Informe presentado a la UNESCO).
Encargado de formulación y evaluación de proyectos de la
Gobernación de Espaillat, Gerente de Proyectos del Ayuntamiento Municipal de
Moca, Supervisor de la Oficina Supervisora de Obras del Estado. Supervisor Zona
Norte INDOTEL. Investigador adjunto al CEUR, (Informe presentado a la Comisión
Presidencial de Ordenamiento Territorial de la República. Dominicana).
Profesor de Diseño Arquitectónico, Historia del Arte, Teoría de la Arquitectura.
PUCMM, UTESA. Profesor de la Escuela de Bellas Artes Gabriel
de Orbe, ha laborado tanto para el Ministerio de Educación y el
Ministerio de Cultura como docente y conferencista por más de 24 años.
Premio Nacional de Literatura 1999.
Premio Arquitecto Mocano del Año 2000.
Maestría en Arquitectura UASD Maestría Gerencia Cultura. Venezuela
Profesor Escuela de Bellas Artes Gabriel del Orbe Diplomado en Educación
Artística. Centro León y Philip Morris Dominicana Diplomado Escultura en
Vidrio. Escuela Nacional del Vidrio. Segovia. España Diplomado Arte y
Arquitectura Sagrada.
Arquidiócesis de Quito. Ecuador Diplomado Instituto
Superior de Arte de la Habana. Técnica Litografía Escritor
Miembro del Centro Latinoamericano y del Caribe para el Desarrollo
Cultural con sede en Caracas. Miembro del Ateneo Internacional Insular. Sede
República Dominicana.