lunes, 11 de octubre de 2010

Los adelanto de la ciencia: Autos se negarán a encender con borrachos


Por la Redacción Central

El invento se pone en práctica en Europa y busca evitar que suba el número de muertes en accidentes

BRUSELAS, (BBC Mundo).- Una de las aplicaciones tecnológicas más prometedoras para reducir la presencia de automovilistas ebrios en las calles es el inmovilizador del sistema de encendido de un vehículo ante la presencia de alcohol en el conductor, mejor conocido como alcolock.
Eso es lo que sostiene Antonio Avenoso, Director del Consejo Europeo para la Seguridad en el Transporte (ETSC por sus siglas en inglés) y agrega que "si logramos evitar que las personas conduzcan en estado de ebriedad reduciremos considerablemente el número de fatalidades y los alcolocks podrían ser parte de la solución".
El mecanismo electrónico es muy similar a los instrumentos utilizados por la policía para saber, a través de un soplido, los niveles de alcohol en la sangre y así determinar si la persona está en condiciones de conducir.
Pero con la gran diferencia de que el aparato va conectado directamente al sistema de encendido, con lo cual evita que el vehículo arranque si la persona supera los niveles máximos de intoxicación.
Lennart Pilskog, encargado del desarrollo de esta tecnología para Volvo, le explicó a BBC Mundo el funcionamiento del mecanismo: se enciende y se espera unos segundos hasta emitir la señal de "listo", luego se introduce una especie de pipeta de plástico desechable por la que se soplará durante unos cinco segundos, inmediatamente después aparecerá en la pantalla del dispositivo si puede encenderse el motor o no.
De recibir una segunda respuesta negativa, el sistema de encendido quedará bloqueado por un periodo que dependerá del nivel de concentración de alcohol registrado en la sangre.
Para los conductores en Reino Unido el límite máximo de concentración del alcohol en sangre es de 0,8 gramos por litro, mientras que en la República Checa es de 0,0, según datos del ETSC.
El dispositivo viene integrado desde la fábrica o puede instalarse posteriormente de una manera que sólo personal autorizado podría removerlo sin dañar el sistema eléctrico de la unidad.
Para prevenir que el chofer se valga de artimañas para engañar al dispositivo, como podría ser el uso de una compresora de aire o incluso la llanta de una bicicleta, el instrumento mide además la presión, la temperatura, los niveles de humedad, la corriente de aire, así como la sensibilidad a vibraciones.
Sin embargo, el componente mecánico deja de cumplir su objetivo si otra persona sopla en lugar del conductor asignado, aún sabiendo que va ebrio.

Limitantes

"Ya no veo objeciones tecnológicas para su aplicación, pero sí hay inconvenientes en los que hay que trabajar para su expansión en Europa"
A pesar de que esta tecnología se conoce desde hace dos décadas, a finales de 2009 sólo cinco países de la Unión Europea tenían en curso programas piloto.

El primer obstáculo tiene que ver con su elevado costo.

El equipo y su instalación tiene un precio de entre 700 y 1.500 euros (US$970 y US$2.000) y requiere ser calibrado una vez por año, lo que implica un gasto adicional de 100 euros (US$138).
Otro inconveniente identificado por la Comisión Europea es su carácter invasivo de la privacidad de las personas que no consumen bebidas tóxicas o conducen con responsabilidad.
Tom Bjerver, de la Asociación de Automovilistas Abstemios de Suecia, añade a la lista de obstáculos, la posibilidad de fallas eléctricas en el vehículo a causa de una mala calibración o un defecto de fábrica.

Proceso selectivo

Los expertos ven potencial de crecimiento, sobre todo en el transporte comercial, incluyendo taxis; en los autobuses escolares, tal y como anunció Francia para 2011, y entre los conductores condenados por una infracción o con problemas con la bebida.
Cada año las carreteras de la UE registran 40.000 muertes, de las cuales, una cuarta parte está directamente relacionada con el consumo de bebidas embriagantes.
La combinación del alcohol y el volante es además la principal causa de muerte entre los jóvenes de entre 16 y 24 años de edad

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