El Papa Francisco |
Redacción Central
Desde el balcón central de la basílica de San Pedro leyó su mensaje de Pascua e impartió la bendición “Urbi et Orbi”, para luego recordar los recientes atentados en Bélgica, Turquía, Nigeria, Chad, Camerún y Costa de Marfil.
El papa recordó que las crónicas diarias “están repletas de informes sobre delitos brutales, que a menudo se cometen en el ámbito doméstico” y también “de conflictos armados a gran escala que someten a poblaciones enteras a pruebas indecibles”, al pedir paz para Siria, Ucrania y en África.
En este mensaje del Domingo de Resurrección, Francisco afirmó que “Cristo resucitado indica caminos de esperanza a la querida Siria, un país desgarrado por un largo conflicto, con su triste rastro de destrucción, muerte, desprecio por el derecho humanitario y la desintegración de la convivencia civil”.
Y encomendó al “poder del Señor resucitado” las negociaciones en curso, “para que, con la buena voluntad y la cooperación de todos, se puedan recoger frutos de paz y emprender la construcción una sociedad fraterna, respetuosa de la dignidad y los derechos de todos los ciudadanos”.
Pidió también que se ablande “la dureza de nuestro corazón” para que se pueda promover “un intercambio fecundo entre pueblos y culturas en las zonas de la cuenca del Mediterráneo y de Medio Oriente, en particular en Irak, Yemen y Libia”.
Y que se “fomente la convivencia entre israelíes y palestinos en Tierra Santa, así como la disponibilidad paciente y el compromiso cotidiano de trabajar en la construcción de los cimientos de una paz justa y duradera a través de negociaciones directas y sinceras”.
“Que el Señor de la vida acompañe los esfuerzos para alcanzar una solución definitiva de la guerra en Ucrania, inspirando y apoyando también las iniciativas de ayuda humanitaria, incluida la de liberar a las personas detenidas”, agregó.
También recordó el drama de la inmigración y deseó que la Cumbre Mundial Humanitaria del 26 y 27 mayo en Turquía ponga en el centro al ser humano, con su dignidad, “y desarrollar políticas capaces de asistir y proteger a las víctimas de conflictos y otras situaciones de emergencia, especialmente a los más vulnerables y los que son perseguidos por motivos étnicos y religiosos”.