lunes, 23 de marzo de 2009

Casandra Damirón: misticismo y folklore



Por Reginaldo Atanay
Director del Periódico Digital Atanay.com
Redacción Central

“Tras llorar, ella misma se dio ánimo y dijo: ¡Vamos, Soberana, déjate de lloros. Vive la vida que Dios te ha dado!

En el Yo de Casandra Damirón se mezclaron corrientes de misticismo y folklore con un acendrado toque bucólico que hicieron de esa mujer barahonera una figura de principalía en su medio ambiente dominicano.
De carácter fuerte; creativa, alegre y social era esa barahonera cuyo trabajo provocó que se crearan, hace 25 años, los Premios Casandra, para honrar a artistas en distintos renglones ; y para que la principal radiotelevisora nacional, gubernamental, lleve su nombre.
Casandra era portadora del título Soberana de la Canción; y a ella le encantaba ese título. Tanto, que muchas veces, cuando se refería a ella misma, decía Soberana, y no Casandra.
No faltó gente que dijera que la artista era “engreída”. Ella sabía que decían eso y de ello se reía, y se justificaba así:
“Lo que sucede es que soy sincera; no soy hipócrita. Creo que en lo mío, en el arte, lo he hecho bien. Tengo consciencia de eso, y no me sonrojo en decirlo”, nos dijo alguna vez.
Porque Casandra era locuaz, y se preciaba de decir que era una mujer sincera, abierta, sin tabúes.
Hace muchos años, una que otra vez íbamos a su residencia de la calle José Contreras, en Santo Domingo; conversábamos mucho. De distintos temas. A ella le gustaban los tragos. Y los disfrutaba; la ginebra, por ejemplo.
Se refirió a que algunas mujeres no toman por el qué dirán; y que si lo hacen, es entre familiares o un reducidísimo número de personas. Por aquello de que “las mujeres no beben” citando dichos de algunos abuelos criollos.
Pero en medio de conversaciones de folklore, sociabilidad o cultura en general, Casandra se despachaba con temas místicos. Creía, por ejemplo, en la reencarnación. Y en la efectividad de la oración.
La última vez que vimos y conversamos con Casandra, no se nos olvidará jamás. Fue en el sector de Rego Park, en el condado de Queens, en Nueva York, en un apartamento donde residía su hermana Quisqueya. Allí estábamos su otra hermana, Dodó, la cancionera Sara Echavarría, y Luz Atanay.
En uno de los balcones de la casa había algo fenomenal: en un tarro de tamaño regular, donde estaba sembrado un arbusto, a un pájaro mamá se le ocurrió montar su nido… y fue espectacular para nosotros ver cuándo, mamá pájaro, llegaba al nido a llevarle comida a los tres pichones, que tenían sus respectivos picos abiertos, preparados para la manduca.

Se conmovió, y lloró.

Y le embargó tristeza, al recordar que no mucho tiempo antes había sufrido de cáncer en un seno; de ese percance ya estaba más o menos repuesta, pero la secuela emocional de aquello le duró hasta que murió, meses después.
Tras llorar, ella misma se dio ánimo y dijo: ¡Vamos, Soberana, déjate de lloros. Vive la vida que Dios te ha dado!
Ahora que se cumplen 25 años de la creación de los Premios Casandra, nos vuelva a la mente otra experiencia vivida aquella tarde, cuando Casandra hablaba de un número folklórico que estaba preparando y que más tarde lo presentó en el Teatro Nacional de Santo Domingo: Mataron a Mandé

Meditación

Para la meditación de hoy: La Divinidad ha creado muchos caminos, para que tú escojas. Uno, por su cuenta, a veces hace caminos, por los que quiere caminar, y camina, con la esperanza de obtener objetivos fijados. Pero, los mejores caminos por caminar, son los que ha hecho la Divina Presencia; a veces son tortuosos, pero edificantes. Hay un camino que es básico, y que debemos transitar antes que otros. Es el de la paz. En medio de la paz se consiguen excelsitudes. La paz es una llave maestra que abre caminos, puertas y ventanas. No en balde, el saludo que da siempre el Maestro Jesús es éste: “Que la paz sea contigo”.

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