Redacción Central
Fuente. Quivo
Fuente. Quivo
“Ha sido una locura los
últimos años”, dijo Jarrod Bradley después de su boda el paso octubre.
Inspirada en la moda, Jarrod y su novia, Becky Yonker, tuvieron que
sobreponerse a muchos obstáculos para por fin atar el nudo.
MUNDO.- En
el verano de 2013, solo un año después de conocerse, Becky, de 33 años,
fue diagnosticada de un tumor cerebral en etapa 4 y le dijeron que el
tiempo promedio de vida que le quedaba era de 14 a 22 meses. Los
doctores la operaron y extirparon con éxito el tumor del tamaño de una
ciruela.
Becky
estaba bien hasta diciembre de 2015, cuando el tumor regresó. “Fue
duro. Recibió más quimio y más radiación. Siempre supimos que
regresaría. Lo sabíamos desde el principio que eso sería lo que la
matara”, dijo Jarrod.
Todavía locamente
enamorado de ella, Jarrod sabía que no podía esperar mucho tiempo para
pedirle matrimonio. “No quería perder más tiempo”.
Así
que el Día de Los Enamorados de 2016, le pidió a Becky que fuera su
esposa. Naturalmente, Becky dijo que “sí”, pero el planearlo todo estaba
poniendo a prueba a la pareja, porque su tratamiento era muy riguroso.
Los
doctores en el Instituto de Cáncer Levine vieron la lucha que tenía la
pareja en planear su boda así que se ocuparon de eso. “Una tarde,
compartí malas noticias con Becky y ella solo me miró a los ojos y me
dijo que quería vivir”, dijo la doctora Ashley Sumrall.
“Entonces
me susurró que ella quería tener su boda y supe que teníamos que
hacerlo realidad y rápido. Mi equipo comenzó a trabajar de inmediato”.
El 22 de septiembre, Becky recibió una tarjeta de cumpleaños con una invitación a su propia boda. Se quedó muda.
Los
médicos y enfermeras trabajaron sin descanso para preparar un día
especial para Becky y Jarrod. El 9 de octubre, en la capilla de Saint
Mary en Charlotte, Carolina del Norte (EE UU), los dos leyeron sus votos
y se convirtieron en una pareja casada.
Becky
dijo: “Nunca pensamos que nuestra boda sería un sueño con todos los
retrocesos y los asuntos médicos. Estaba tan feliz. No podía creer que
tuvimos una boda real”.
Todo, desde el lugar de
la alimentación, el fotógrafo hasta el maquillaje, fue donado. De
nuevo, Becky se quedó sin palabras. “No podía creer todo lo que donaron
tantas personas para nosotros y para nuestros amigos que volaron desde
varias partes del país”.
El único miembro de su familia que no pudo
ir fue su hermano, porque estaba sirviendo en Afganistán. Pero aunque
no estaba en persona en la boda, se hizo un contacto en vivo con él.
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Después
de tener una sesión de quimioterapia unos días antes, Becky necesitó
una silla de ruedas para llegar al altar. Ella estaba parafraseando su
discurso, pero Jarrod lo recuerda “como el momento más feliz de mi vida.
Ella se veía hermosa”.
Tanto Jarrod como Becky
tuvieron muchos momentos para llorar, pero ninguno como su primer
baile. “Ella estaba en sillas de ruedas y fue desconsolador”.
La
doctora Sumrall estaba muy complacida con cómo se desarrolló todo y
especialmente la disposición del personal de participar voluntariamente
para hacer ese día especial para Jarrod y Becky. Éramos ocho los que
estábamos allí esa noche. Una enfermera era la pianista, nuestro
capellán hizo la ceremonia y mi madre hizo los arreglos florales”.
La doctora Sumrall cree que Becky ha
tenido tanto impacto en su personal. Acerca de Becky dijo: "La sonrisa
de Becky ilumina la habitación y sus lágrimas te harán caer de rodillas.
Hemos sido testigos de sus altibajos. La muerte es inevitable, pero la
forma en que vivimos la vida es una elección. Mi equipo y yo tuvimos la
oportunidad de prepararle su boda. Ella realmente abrazó cada día como
un regalo y tener la oportunidad de tocar su vida es un honor".
Becky
y Jarrod esperaban pasar estas primeras navidades como una pareja
casada. Desafortunadamente, a la edad de 33 años, Becky murió el 15 de
diciembre, dejando a su esposo, pero también un legado de inspiración”.