Por Cándida Figuereo
Periodista residente en Santo Domingo
Opinión
Era una neófita cuando toqué la puerta del periódico El Caribe, entonces solo en la
versión impresa, con el propósito de ejercer este oficio del periodismo que cautiva para siempre en quienes propugnan por
un mundo mejor donde prevalezca la equidad, una quimera de los imberbes que
apostamos por la confraternidad.
A mi llegada al referido
matutino, el veterano periodista Don
Manuel María Pouerié Cordero estaba de vacaciones. En ese ínterin me enviaron a
cubrir el área de la Salud, que tenía entendido era una de sus fuentes y
también tenía otras de mucha importancia.
En el ajetreo periodístico
usualmente al reportero le asignan más de una fuente y cuando se arma “la de San Quintín”, tienes que dar cobertura
a lo que te manden sin pensar en tu vida ni en la de tu familia.
Pues bien, al retornar
Pouerié Cordero al periódico percibí en él a un hombre sencillo, de buen
carácter y siempre presto a servir. Esto
permitió que le tuviera un gran aprecio y respeto.
Oía siempre las siglas de su nombre MM Pouerié Cordero. Las M me llamaron la
atención y un día le pregunté Don Pouerié que significan las dos M de su nombre.
Con la sonrisa que le caracterizaba me dijo “Mucha Mojiganga” y nos reímos un
rato por su ocurrencia. Pero luego explicó que MM era Manuel María.
Aún guardo una tarjeta de felicitación que me envió a propósito de mi matrimonio en ese tiempo.
Siempre sentí por él un gran respeto y en mis planes estaba visitarle. Su
deceso compungió mi espíritu.
Quienes le conocieron veían en él a un excelso periodista
y ser humano. Hombres como él no mueren
en el corazón de sus amigos. No es un adiós, sino un hasta luego a este gran
batallador del periodismo que se caracterizaba por su humildad y buen trato a
los demás.
27-12-2016.