Por Cándida Figuereo
Periodista, residente en Santo
Domingo
Opinión
Las quejas y las reclamaciones parecen ir unidas de la mano con más avidez en estos tiempos en que lo material
conseguido a como dé lugar se considera
el norte de no pocos que, por suerte, no son mayoría en los actuales grupos poblacionales de mucha dignidad como
los que pululan en gran parte de nuestra geografía nacional.
Llama la atención que esas quejas
provienen de gentes que dicen “no tienen
nada”, pero cuando se les busca para una labor propia de su conocimiento alegan
que en ese momento están ocupados o abundan los peros.
Estas personas se definen así mismas
como “pobres”, pero no hay un sábado o domingo que
dejen de empinar el codo hasta emborracharse o quedar bien estropeado por el jumo.
No faltan, entre esos bebedores, los que detienen a personas que van o retornan de
su faena laboral para pedir de manera descarada que le den para “un pote”. Esto
usualmente provoca indignación en quien se faja para conseguir sus pesos,
mientras otros se lo quieren arrebatar para beber alcohol.
Las quejas de que no hay nada que
hacer suelen ser en muchos casos habituales en no pocos que ven el trabajo como a su principal
enemigo, grupo n el que figuran hombres
y mujeres que han perdido la credibilidad de gente de su entorno.
Entre
ese grupo no faltan quienes pretenden provocar pena con embustes arto
conocidos. Y
mientras éstos se las pasan en pedidera, no faltan los foráneos de
ambos sexos que consiguen sus pesos trabajando en diferentes
quehaceres.
Reclamaciones
Reclamar es la forma más expedida ante una situación de injusta, no con el interés
de dañar sino de que se pueda enmendar. Situaciones disímiles pueden dar lugar
a esto, pero no necesariamente que quien no lo corrige lo haga de manera
expresa.
Toda reclamación se puede hacer
sin dañar a los demás, de manera civilizada. No es preciso caerse a tiros por
un reclamo en el que muchas veces el que
está en falta es quien más bulla hace. Por ejemplo cuando usted se
estaciona en el parqueo de su vecino y
luego patalea cuando el propietario lo necesita, en vez de excusare usted
pretende echar una pelea. No, así no.
Vivimos en un país maravilloso,
que es tan bueno o tan malo conforme a su medida. Privilegie lo positivo. No
hagas a los demás lo que no desees para usted. Si cada quien pone su grano de
arena, seguiremos siendo la nación más admirada por el trato humano. No dejes
que a usted le cojan miedo. Esto se puede logar modificando su actitud, logrando
además que otros te imiten.
A pesar de algunos desatinos en
que se involucran los menos, seguimos
teniendo un país maravilloso que debe ser cuidado por todos reclamando en buena
lid sin destruirlo. Quejas y reclamaciones nunca faltarán, depende
de la forma civilizada en que las lleves a cabo. El respeto a los demás es muy
importante cuando quejas y reclamaciones se hacen de manera civilizada.