Por Claudio A.
Caamaño Vélez
Opinión
Me acordó un chiste de una persona que
llevaba horas parado en una esquina, otra pasa y le dice: “pero aun sigues ahí,
te dije que la dirección que buscas está en la calle que viene”. La persona
responde: “me dijiste que es la calle que viene, pues la estoy esperando”.
Una actitud muy parecida tienen quienes
esperan un cambio sin hacer nada para que se produzca. Los problemas del país
no los va a resolver un mesías, ni la barita mágica de Harry Potter… Nosotros
tenemos que resolverlos.
La indiferencia es incluso peor que la
corrupción, pues los corruptos al menos tienen la “valentía” de robrar, pero el
indiferente peca de cobarde. La persona indiferente no es neutral, es cómplice.
Muchas veces nos quedamos cayados para
no perder nuestro trabajo, o para no buscarnos problemas ¿Si así hubiesen
pensado nuestros héroes y heroínas qué sería de nuestro país? ¡Ay, si Duarte se
hubiese sentado a esperar que llegue la independencia!
Cada cierto tiempo los países exigen un
esfuerzo de sus ciudadanos para fortalecer los derechos y libertades, un
llamado a poner lo colectivo por encima de lo individual. No tengamos miedo,
que para vivir como cobardes, es mejor morir con valentía.
Ese país que soñamos, donde se cumplan
las leyes, está más cerca de lo que podemos imaginar. Hoy, ahora, este es
momento de forjar un mejor país para nuestros hijos y para nosotros mismos ¡Vamos!